Mientras otros chicos crecieron comiendo hot dogs y jugando en su patio, yo crecí en Louisiana nadando en el Lago Pontchartrain, pescando en los pantanos y comiendo peces provenientes del Golfo. Como todo el mundo en la costa del Golfo, estas aguas son literalmente parte de lo que yo soy. En los últimos 6 meses, he visto el desastre petrolero de BP desarrallarse y poner en peligro, no solo las vidas de mis amigos y familiares, sino la gran cultura de aquellos que crecimos en el Golfo.
En lugar de pasar el verano pasado en botes, nadando y pescando, las familias del Golfo ha pasado los últimos meses preocupados sobre si podrán de nuevo ser capaces de poner en renta sus botes de pesca, si podrían aportar suficiente pescado para mantener abiertos sus restaurantes, o si podrán encontrar personas suficientes para mantener los cuartos de los hoteles llenos si la estación de turismo falla en llegar. Y justo como el petróleo perdura en los pantanos de Louisiana, estas preocupaciones no se han ido solo porque las cámaras de television lo han hecho.
Aunque seis meses han pasado desde que Deepwater Horizont se hundió y millones de galones de petróleo se empezaron a esparcir por el Golfo de México, estamos aun muy lejos de decir "misión cumplida". Mucha gente que depende de la pesca y de los diversos ecosistemas del Golfo para mantener sus industrias funcionando, incluso, camaroneros y ostricultores, camareros y capitanes de barcos de alquiler, están aun sufriendo. No nos podemos simplemente olvidarnos de ellos.
Si queremos reconstruir la economía del Golfo y preservar su especial y única forma de vida para las futuras generaciones, necesitamos movernos a toda velocidad a la recuperación y restauración de la costa del Golfo. Un desastre como este no puede suceder de nuevo. Un Golfo sano, lleno de ostras y camarones, pelícanos marrones y tortugas, no es solo la pieda angular de la economía del Golfo, sino también de la cultura del Golfo y su gente.
No podemos proteger el Golfo, o proteger a los trabajadores petroleros de accidentes potencialmente mortales, si a raíz de una catástrofe nos apresuramos de regreso a un "taladra, baby, taladra". Las promesas de la compañía no protegerán al Golfo de más daños, no protegerán los trabajos de los pescadores locales, a los dueños de restaurantes y los trabajadores de la industria del turismo durante el largo periodo de recuperación que tenemos por delante - y mucho menos el mantenerlos trabajando si otro desastre ocurre.
Yo crecí con gente cuyos medios de vida dependen de la industria del petróleo y del gas, y yo sé que la industria tiene unas raices muy profundas en el Golfo, particularmente en Louisiana. Incluso viniendo de esa perspectiva, a pesar de esto, la irrefutable verdad es que necesitamos mejores leyes en lugar de regular cómo estamos perforando nuestras costas - leyes que protegerán la vida natural y las líneas costeras, de las que los residentes del Golfo dependen para pagar sus cuentas y traer la cena a casa cada noche.
El derrame de petróleo de BP, el más grande derrame de petróleo occidental en la historia de la humanidad, es solo la última y más visible evidencia del tipo de destrucción ambiental que ha estado sucediendo en el Golfo por décadas. Louisiana pierde territorios del tamaña de un estadio de futbol cada 45 minutos, y cerca de 60% de eso es atribuído a las actividades del petróleo y gas que han asolado nuestros queridos pantanos por años.
El hecho de que solo seis meses después del terrible desastre de BP, el gobierno ya haya tomado la decisión de levantar la moratoria y permitir que taladren en las aguas profundas, para resumir, es sorprendente para mi. Esto es solo la última indicación que Washington no está tomando en cuenta las vidas y medios de vida de aquellos que viven a lo largo de la costa del golfo y dependen de sus aguas. Hasta que sepamos que las regulaciones son efectivas y que todas las lagunas que permitieron el derrame de petróleo de BP han sido cubiertas, no tiene sentido que continuemos taladrando. Simplemente hay demasiado que perder.
Obviamente, todos deberíamos trabajar para reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles contaminantes, y cambiar hacia tecnologías de energía limpia que no sean una amenaza para nuestras costas, nuestras formas de vida o nuestro medio ambiente; sin embargo, esa transición tomará algun tiempo. En el futuro inmediato, nosotros, los ciudadanos de una nación adicta al petróleo, necesitamos dar un paso adelante y exigir a los gobernantes tomar responsabilidad y ayudar a las comunidades costeras a completarse otra vez - manteniendo la responsabilidad de BP, conduciendo un monitoreo de corto y largo plazo, e investigando en oportunidades económicas que apoyen las dirigidas localmente, la recuperación sustentable que restaure y mejore la costa del Golfo estadounidense.
No podemos deshacer nuestros errores pasados, pero podemos asegurarnos que la advertencia dada por este derrame y su terrible secuela, no haya sido en vano. Mas que ir atrás a nuestras viejas maneras, abramos un nuevo camino para un futuro más limpio y sustentable. Todos los residentes del Golfo están contando con nosotros; no podemos darnos el lujo de dejarles caer, y tampoco a las otras incontables comunidades costeras.
En lugar de pasar el verano pasado en botes, nadando y pescando, las familias del Golfo ha pasado los últimos meses preocupados sobre si podrán de nuevo ser capaces de poner en renta sus botes de pesca, si podrían aportar suficiente pescado para mantener abiertos sus restaurantes, o si podrán encontrar personas suficientes para mantener los cuartos de los hoteles llenos si la estación de turismo falla en llegar. Y justo como el petróleo perdura en los pantanos de Louisiana, estas preocupaciones no se han ido solo porque las cámaras de television lo han hecho.
Aunque seis meses han pasado desde que Deepwater Horizont se hundió y millones de galones de petróleo se empezaron a esparcir por el Golfo de México, estamos aun muy lejos de decir "misión cumplida". Mucha gente que depende de la pesca y de los diversos ecosistemas del Golfo para mantener sus industrias funcionando, incluso, camaroneros y ostricultores, camareros y capitanes de barcos de alquiler, están aun sufriendo. No nos podemos simplemente olvidarnos de ellos.
Si queremos reconstruir la economía del Golfo y preservar su especial y única forma de vida para las futuras generaciones, necesitamos movernos a toda velocidad a la recuperación y restauración de la costa del Golfo. Un desastre como este no puede suceder de nuevo. Un Golfo sano, lleno de ostras y camarones, pelícanos marrones y tortugas, no es solo la pieda angular de la economía del Golfo, sino también de la cultura del Golfo y su gente.
No podemos proteger el Golfo, o proteger a los trabajadores petroleros de accidentes potencialmente mortales, si a raíz de una catástrofe nos apresuramos de regreso a un "taladra, baby, taladra". Las promesas de la compañía no protegerán al Golfo de más daños, no protegerán los trabajos de los pescadores locales, a los dueños de restaurantes y los trabajadores de la industria del turismo durante el largo periodo de recuperación que tenemos por delante - y mucho menos el mantenerlos trabajando si otro desastre ocurre.
Yo crecí con gente cuyos medios de vida dependen de la industria del petróleo y del gas, y yo sé que la industria tiene unas raices muy profundas en el Golfo, particularmente en Louisiana. Incluso viniendo de esa perspectiva, a pesar de esto, la irrefutable verdad es que necesitamos mejores leyes en lugar de regular cómo estamos perforando nuestras costas - leyes que protegerán la vida natural y las líneas costeras, de las que los residentes del Golfo dependen para pagar sus cuentas y traer la cena a casa cada noche.
El derrame de petróleo de BP, el más grande derrame de petróleo occidental en la historia de la humanidad, es solo la última y más visible evidencia del tipo de destrucción ambiental que ha estado sucediendo en el Golfo por décadas. Louisiana pierde territorios del tamaña de un estadio de futbol cada 45 minutos, y cerca de 60% de eso es atribuído a las actividades del petróleo y gas que han asolado nuestros queridos pantanos por años.
El hecho de que solo seis meses después del terrible desastre de BP, el gobierno ya haya tomado la decisión de levantar la moratoria y permitir que taladren en las aguas profundas, para resumir, es sorprendente para mi. Esto es solo la última indicación que Washington no está tomando en cuenta las vidas y medios de vida de aquellos que viven a lo largo de la costa del golfo y dependen de sus aguas. Hasta que sepamos que las regulaciones son efectivas y que todas las lagunas que permitieron el derrame de petróleo de BP han sido cubiertas, no tiene sentido que continuemos taladrando. Simplemente hay demasiado que perder.
Obviamente, todos deberíamos trabajar para reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles contaminantes, y cambiar hacia tecnologías de energía limpia que no sean una amenaza para nuestras costas, nuestras formas de vida o nuestro medio ambiente; sin embargo, esa transición tomará algun tiempo. En el futuro inmediato, nosotros, los ciudadanos de una nación adicta al petróleo, necesitamos dar un paso adelante y exigir a los gobernantes tomar responsabilidad y ayudar a las comunidades costeras a completarse otra vez - manteniendo la responsabilidad de BP, conduciendo un monitoreo de corto y largo plazo, e investigando en oportunidades económicas que apoyen las dirigidas localmente, la recuperación sustentable que restaure y mejore la costa del Golfo estadounidense.
No podemos deshacer nuestros errores pasados, pero podemos asegurarnos que la advertencia dada por este derrame y su terrible secuela, no haya sido en vano. Mas que ir atrás a nuestras viejas maneras, abramos un nuevo camino para un futuro más limpio y sustentable. Todos los residentes del Golfo están contando con nosotros; no podemos darnos el lujo de dejarles caer, y tampoco a las otras incontables comunidades costeras.
Fuente: http://www.huffingtonpost.com
Traducción: Story
Nota: aunque este artículo no está directamente relacionado con Sea Shepherd, si lo está con las actividades ambientalistas desarrolladas debido al desastre ecológico causado por el derrame de petróleo de la plataforma de la empresa BP en el Golfo de México.
Ian Somerhalder es un joven actor estadounidense proveniente de Louisiana, quien ha seguido de cerca las actividades de limpieza, al pundo de viajar a Washington DC a dar su opinión respecto a que se le haya permitido a BP continuar con sus operaciones petrolíferas en el Golfo.
Ian Somerhalder es un joven actor estadounidense proveniente de Louisiana, quien ha seguido de cerca las actividades de limpieza, al pundo de viajar a Washington DC a dar su opinión respecto a que se le haya permitido a BP continuar con sus operaciones petrolíferas en el Golfo.